GRUPO DE creación
Atomismo Creativo
Propuesto por:
Sebastián Duque, Sebastián González y Jose Ruiz.
Viajes "interespaciales", ver la física de partículas como viaje hacia el interior y la física de partículas experimental como una extensión de nuestros sentidos para ver la naturaleza misma de la materia, el espacio y el tiempo.
Viajes interespaciales
José Ruiz
Medellín, 24 de agosto
Más allá del espacio exterior, ese que se encuentra fuera de la Tierra, fuera de nuestro hogar, aquel en el que hemos surgido y evolucionado, se encuentra el espacio interior, el espacio que queda no hacia afuera sino hacia adentro. Y para adentrarnos en él, necesitamos una flecha dirigida hacia nosotros mismos, hacia lo que nos compone de forma más primordial. Llamaremos a este destino el interespacio.
Tal como si quisiéramos ir a explorar los confines del Universo, para ir hacia el interespacio necesitamos vehículos que porten nuestros intereses y deseos, que permitan extender el limitado alcance de nuestros cuerpos y nos posibiliten experimentar esos espacios más allá de nuestro alcance, mucho más allá de nuestras manos.
Diseñamos entonces una nave interespacial para explorar los resquicios del espacio que hay dentro de nosotros, dentro de la materia misma. ¿Qué tan vasto es este interespacio? Reducidos a escalas atómicas las distancias relativas se vuelven astronómicas. Lo primero que nos percatamos es que estamos hechos de partes, configurados como la conjunción de millones de constituyentes. Así como las galaxias están hechas de estrellas. Siendo estas estrellas átomos en la privacidad más interna de la materia. La distancia que separa los átomos es inmensa relativa a su tamaño. Por tanto nuestra nave tendrá que poder llevar a cabo largos viajes para ir de una estrella a otra.
Y si queremos no viajar de un átomo a otro, pero seguir explorando más internamente el interespacio, ¿Cómo cambia todo? Nos daremos cuenta que todo se va volviendo más y más extraño, y mucho más extremo. Pronto vemos cómo se deshace ante nuestros ojos lo que antes parecía una entidad sólida. Los átomos se muestran ante nosotros como grandes espacios desiertos y vemos que se componen de unas pequeñas partículas que como fantasmas ocupan buena parte de ese espacio vacío dentro del átomo. Espacio vacío y no vacío, que al ser transitado podríamos ser alcanzados por una de estas partículas, los electrones. Estas grandes llanuras culminan por una componente del átomo mucho más sólida, menos etérea, el núcleo.
Este núcleo, que nos encontraremos viajando siguiendo la flecha interespacial, tendrá un aspecto exótico. Muy duro y denso como un monolito que custodia las llanuras de los electrones. Mirando detalladamente el monolito podremos ver que está compuesto por otras partículas. Y estás parecieran moverse constantemente, como si el monolito en realidad
tendiera a asemejarse a un enjambre de pequeñas abejas dentro de una bolsa moviéndose en todos los sentidos.
Siguiendo nuestra exploración interespacial tendremos entonces que internarnos en el núcleo. Para esto necesitaremos un esfuerzo extraordinario. Tendremos que reforzar nuestra nave para que sobreviva a las condiciones ambientales del núcleo. Y más aún, para poder penetrar el núcleo tendremos que usar cantidades descomunales de energía. Hechas las mejoras, lograremos adentrarnos en el núcleo y allí las cosas se tornarán aún más extrañas. Ya no estaremos como en las llanuras del electrón, más como en un cinturón de asteroides. Miles de partículas estarán revoloteando, apareciendo y desapareciendo, golpeando nuestra nave incesantemente. Allí podremos distinguir dos especies de partículas esenciales, mucho más duras de lo que pareció en algún momento el núcleo. Veremos un enorme espacio poblado por protones y neutrones que intercambian piones. Todas estas partículas estarán poblando todo el espacio ante nuestros ojos, y nosotros, de intrusos, tendremos que soportar sus colisiones continuas contra nuestro fuselaje.
Pero aún queremos seguir la flecha que señala al interespacio. Esta señala a uno de los protones, tendremos que adentrarnos en uno de ellos. Y para esta crucial tarea vamos a necesitar aún más refuerzos para cubrir nuestra nave, el ambiente al que vamos es mucho más hostil que los que hemos visitado hasta el momento, y la dureza del protón es un verdadero reto. Sin embargo, logramos encontrar los medios para aventurarnos dentro del protón.
Ya dentro del protón estamos en el territorio más complejo que hayamos visto. Allí podemos ver, atormentados por una lluvia incesante de golpes sobre nosotros, especialmente dos tipos de partículas, los famosos quarks arriba y abajo. Pero también vemos otros muchos que van y vienen y parecieran aparecer y desaparecer según su propio antojo, como espejismos fugaces, casi como estrellas deambulando un cielo diurno. Y nadamos en un mar de gluones con olas que unen a los quarks que forman la tormenta.
¿Ya adónde apunta la flecha del interespacio? La vemos aparecer y desaparecer, siguiendo un quark extraño o uno encantador. Pero no podemos seguir, nuestra nave no logra mantener su integridad y si no escapamos rápidamente va a perecer ante el incesante martilleo de las partículas subatómicas.
Propuesto por: Sebastián Duque, Sebastián González y Jose Ruiz.
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